Por Irene Torres / Madrid, España
El paso de Alfonso Reyes por Madrid, esa década en la que él vivió, trabajó y buscó refugio, fue el tema de la segunda mesa de la Cátedra Alfonso Reyes en Madrid, que organiza la Universidad Autónoma de Nuevo León a través de la Secretaría de Extensión y Cultura, la Facultad de Filosofía y Letras, y con la colaboración de la Embajada de México en España.
Desarrollada en el Instituto Cultural de México en España, la mesa de diálogo estuvo conformada por Martha Alicia Vela, profesora investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL; Alberto Enríquez Perea, Premio Internacional Alfonso Reyes 2024; Juan Carlos Abril, poeta y crítico literario; y por Víctor Barrera Enderle, director de la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria de la UANL, quien fue el encargado de iniciar las ponencias.
Bajo el título Voluntario de Madrid. Alfonso Reyes en España, Barrera Enderle compartió el contexto bajo el cual Alfonso Reyes llegaba a la ciudad Española citando al autor regiomontano: “Llegó la Navidad de 1912, y con ella, la rendición de Linares, en la que la estrella de mi padre declinó para siempre”, y agregó:
“En Madrid comenzó de cero. No tenía sus libros a la mano, tampoco empleo ni relaciones públicas. Javier Garciadiego, en su monumental biografía Sólo puede sernos ajeno lo que ignoramos, lo describió así: ’Lo suyo no era un mal momento, sino un auténtico destronamiento’. Durante los siguientes diez años Madrid sería su casa, y durante esa agitada década no escribiría una sola entrada en su diario. La realidad lo tomaría por asalto y lo pondría a prueba en cada jornada”.
Este agitado y tormentoso inicio de su vida en Madrid se convertiría en una “marca de agua”, como definió Víctor Barrera Enderle, pues el registro que Alfonso Reyes realizó de su paso por la capital española está presente en sus notas, ensayos, crónicas y traducciones.
“Esas primeras impresiones alimentaron las páginas de Cartones de Madrid, las cuales, según confesión propia, se ‘escribieron sobre las rodillas, en las posadas y en la calle.
“Con trazo ágil y los sentidos atentos, Reyes capturó el ritmo de la calle, trazó el mapa de sus recorridos por la capital, desde el Rastro hasta la Plaza Mayor y dio cuenta de los personajes más variados, desde la murga de mendigos hasta la procesión del entierro de la sardina. Algo de los ecos de los gritos y pregones callejeros le recordaba al vocerío popular de su natal Monterrey”, compartió Víctor Barrera Enderle.
Por su parte, Juan Carlos Abril, doctor en literatura española por la Universidad de Granada, enfocó su participación en uno de los libros claves de Alfonso Reyes: Cartones de Madrid, el cual “está repleto de lo que Alfonso Reyes ve por la calle”.
“Hay una parte muy visual en Cartones de Madrid, pero la estampa es la excusa para llegar a una reflexión más profunda. El mexicano da cuenta de esta nueva estética, lo que está sacudiendo en el pensamiento liberal burgués, y asociará la vanguardia, los movimientos de indagación en la realidad, en una frase: inventad un nuevo escalofrío”.
Abril hizo hincapié en la profundización de lo español e hispánico que realizó Alfonso Reyes durante su estancia en Madrid; el planteamiento de lo gongorino que brindó fue un parteaguas para ser considerado, años después, cercano a la generación del 27: “No era ni joven ni español, pero se convirtió en faro y guía del gongorismo para ellos”.
Para Alberto Enríquez Perea Alfonso Reyes “con su trabajo, empeño e inteligencia”, conquistó Madrid y realizó grandes amistades que perduran, incluso, después de su partida.
“Hace 110 años, la ciudad y su pueblo fueron todo un descubrimiento para Alfonso Reyes. Recorrió todas sus calles, conoció sus plazas, cafés, y vivió como los madrileños aprenden a vivir. En Madrid encontró amigos verdaderos”.
Enrique Díez-Canedo lo hizo partícipe en los círculos del Ateneo; Ortega y Gasset le dio espacio en las páginas de sus impresos. Incluso en una carta de Alfonso Reyes a Díaz-Canedo menciona: “Madrid es una etapa central de mi vida, un peso definitivo en mi conciencia, lo mejor que me ha dado la tierra después de los años de mi infancia junto a mis padres”.
“Sabía trabajar y la pluma no la soltaba. En ese ir y venir por Madrid ya había captado lo más íntimo de la gente”, detalló Enríquez Perea.
La mesa culminó con el acercamiento a las traducciones que Alfonso Reyes realizó en Madrid; la investigadora Martha Alicia Vela destacó el legado que brindó a través de su erudición en este ámbito.
“Nos otorgó un gran legado, fue un fuerte impulsor de la traducción académica enriqueciendo a las instituciones educativas con su trabajo de traducción. Don Alfonso porta la historia de la traducción marcando un parteaguas con traducciones en inglés, francés, portugués, griego y latín; traslada a autores clásicos a nuestro días”, enfatizó la profesora.
La ceremonia de clausura de la Cátedra Alfonso Reyes en Madrid se realizará en la Librería Juan Rulfo y participarán José Javier Villarreal, secretario de Extensión y Cultura de la UANL; Jorge Arturo Abascal Andrade, director del Instituto Cultural de México en España en la Embajada de México en España; Francisco Javier Treviño Rodríguez, director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL; y Manuel José Lazcano Ávila, director del Fondo de Cultura Económica de España.