Es curioso que, en el 2001, pocos años después de que Éric Rohmer concluyó su tetralogía sobre las estaciones, tres cineastas estrenaron dramas de verano excepcionales: La ciénaga, de Lucrecia Martel; Fat Girl, de Catherine Breillat; e Y tu mamá también, de Alfonso Cuarón. Sería valioso que el reconocimiento otorgado recientemente a Poor Things invite a una revisión de la obra de Breillat, quien ha trabajado el terreno de la sexualidad femenina por medio siglo. El ambiente de La ciénaga se asemeja al de Fat Girl: un idilio veraniego pero ominoso, en el caso del filme argentino anunciado por el accidente del principio: la caída de la protagonista. Las tres obras pasaron por los festivales internacionales, pero en el caso particular de Y tu mamá también no hay otra gran película mexicana que debido a su familiaridad haya generado omnipresencia como objeto cultural.
Jaime Guerrero
Las funciones serán a las 19:00 horas en la Sala Fósforo del Colegio Civil Centro Cultural Universitario.
12 de junio
La ciénaga
Año: 2001
Duración: 1 h 43 min
País: Argentina, Francia, España
Dirección: Lucrecia Martel
Guión: Lucrecia Martel
Reparto: Mercedes Morán, Graciela Borges, Martín Adjemián
Clasificación: B
Sonido: Salim Amrani
Fotografía: Hugo Colace
Sinopsis
Uno de los comentarios recurrentes por parte de los críticos al momento del estreno, ya hace más de veinte años, del debut de Lucrecia Martel (La ciénaga, 2001) era decir que desde los primeros momentos ya se podía detectar una voz propia, un estilo singular completamente formado, nada de las vacilaciones o los manierismos que caracterizan a los nuevos cineastas. Las secuencias iniciales de La ciénaga no han perdido nada de su frescura y fascinación, pero también es útil darnos cuenta, retrospectivamente, que la trayectoria que Martel ha atravesado en sus subsecuentes trabajos (La niña santa, La mujer sin cabeza y Zama) se encontraba in nuce en su debut. El ambiente de La ciénaga podría, a primera vista, asemejarse al de Fat Girl de Breillat: un idilio veraniego con tonos ominosos, en el caso del filme argentino anunciados por el accidente de las primeras secuencias, la caída con numerosas copas de vidrio en mano por parte de la protagonista (o una de ellas), Mecha, interpretada por Graciela Borges.
Lo que sigue a esos primeros minutos amplía el mundo de La ciénaga en maneras que la separan por completo de la observación minimalista de Breillat: Martel nos revela, a través de cada uno de los personajes y las complejas interrelaciones que vamos detectando entre ellos, toda una sociedad en decadencia. Sí, La ciénaga está enfocada en una familia adinerada que depende de un externo (la ex amante del esposo de la protagonista, quien amenaza con aparecerse en la casa de verano y ahora está sentimentalmente involucrada con el hijo mayor de la familia) para mantener el dinero fluyendo (con un negocio de venta de pimientos), pero en los márgenes vemos la vida del pueblo (donde viven “los indios”, para usar la expresión que los adultos han transmitido a las nuevas generaciones, junto con numerosos otros prejuicios) del que se resguardan en su terreno amplio y cercado (salvo en las ocasiones que los jóvenes se aventuran a convivir con ellos) así como el contraste con una familia de clase media (liderada por la magistral Mercedes Morán), emparentada con Mecha, que proporciona los elementos que permiten llamar a la obra una tragicomedia. Tal vez la pregunta más preocupante con la que nos deja el debut de Martel es, ¿qué tanto ha cambiado la sociedad argentina desde los tiempos que retrata Zama (2017), su filme más reciente, es decir, finales del XVIII?
En español.
19 de junio
Fat Girl
Año: 2001
Duración: 1 h 26 min
País: Francia, Italia
Dirección: Catherine Breillat
Guión: Catherine Breillat
Reparto: Anaïs Reboux, Roxane Mesquida, Libero De Rienzo
Clasificación: C
Sonido: Salim Amrani
Fotografía: Yorgos Arvanitis
Sinopsis
Podría esperarse que el reconocimiento (merecido, hay que decirlo) otorgado recientemente a una película como Poor Things (2023) del griego Yorgos Lanthimos— especialmente en lo que tiene que decirnos o mostrarnos sobre la sexualidad femenina—invite a una relectura y a una revisión de la obra de Catherine Breillat, quien ha trabajado este terreno en el cine por medio siglo (su debut, Une vraie jeune fille, data de 1976, a su vez basado en una novela de su propia autoría). Dentro de esa amplia filmografía, Fat Girl (o, de acuerdo al título original dirigido a su hermana, À ma sœur!) ocupa un lugar privilegiado. Es una destilación perfecta del modo observacional que había caracterizado el estilo fílmico de Breillat hasta el momento y apunta hacia las revisiones de los cuentos de hadas que ha filmado en la última década. Centrada en la actividad cotidiana, pausada, algo tediosa, de dos hermanas (la mayor, de quince, interpretada por Roxane Mesquida; la menor por uno o dos años, a quien alude el título en inglés, por Anaïs Reboux) en la casa de verano de sus padres burgueses (Arsinée Khanjian, presente en más escenas y en las últimas secuencias decisivas, y Romain Goupil, en gran medida ausente), el filme retrata el despertar sexual de ambas desde el punto de vista implacable de la mirada de Breillat (y el trabajo fotográfico de Yorgos Arvanitis). Clichés que parecerían haber agotado su fuerza en los más de dos siglos que nos separan del sentimentalismo del XVIII y el romanticismo del XIX (el hombre mayor atractivo, italiano en este caso; el proceso mismo de la seducción) son observados con tal minuciosidad y atención a detalles (gestos, miradas, posturas) que es como estar descubriendo estas posibilidades de la vida por primera vez. El giro hacia el terror en los últimos minutos está completamente justificado por la vacuidad de las interacciones que hemos presenciado en el ambiente idílico del pueblo vacacional.
En francés con subtítulos en español.
26 de junio
Y tu mamá también
Año: 2001
Duración: 1 hr 46 min
País: México
Dirección: Alfonso Cuarón
Guión: Carlos Cuarón, Alfonso Cuarón
Reparto: Maribel Verdú, Gael García Bernal, Diego Luna
Clasificación: C
Sonido: Jesse Ehredt
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Sinopsis
No hay otra película mexicana de las últimas décadas que haya sufrido tanto (en el sentido de no poder verla simplemente por lo que es: una gran obra cinematográfica) debido a la familiaridad que ha generado su omnipresencia como objeto cultural (junto con los éxitos comparables en México y en Hollywood de directores como Guillermo Del Toro o Alejandro González Iñárritu) o los recuerdos “escandalosos” de su estreno, centrados principalmente en la representación gráfica de actos sexuales involucrando a los tres protagonistas (interpretados en orden alfabético por Gael García Bernal, Diego Luna y Maribel Verdú). Sin embargo, el espectador que logre desprenderse de ese bagaje (o que afortunadamente llega a la cinta sin esa carga) encontrará un logro de primer nivel, una visión directoral (anclada en el guión que Cuarón coescribió con su hermano Carlos) que se había ido formando por al menos una década (desde el estreno de Sólo con tu pareja en 1991) tan hábil al retratar los momentos desenfrenados de dos jóvenes pre-universitarios en vacaciones de verano con sus novias fuera del país (de viaje en Europa) como en cortar el sonido por completo y proporcionarnos información sociopolítica de la realidad del país (muchos de estos comentarios, narrados por Daniel Giménez Cacho, no son tan ingenuos como uno podría llegar a pensar si llega con presuposiciones acerca de esta técnica fílmica). Por si fuera poco, quienes no han visto la película en varios años o desde su estreno (o quienes llegan a ella por primera vez), las imágenes luminosas de Emmanuel Lubezki pocas veces son menos que deslumbrantes; no sorprende que pocos años después estaría a cargo de la fotografía de The New World (2005) de Terrence Malick, así como de obras posteriores de este cineasta visionario. Cuarón y sus colaboradores consiguieron sintetizar años de experiencia vivencial (con las referencias recurrentes al pasado y al futuro de los personajes y de la sociedad que los rodea) sin prescindir de la inmediatez necesaria para capturar el éxtasis y el tedio, las exaltaciones y las depresiones, de un momento ejemplar en la vida de sus personajes.